jueves, 23 de agosto de 2007

Clubes






La vida, en el recuerdo, se convierte en una película muda. La primera imagen de mi vida es una cortina, blanca, transparente, que cuelga creo que inmóvil ante una ventana que da a una calleja más bien triste y oscura. Esa cortina me aterroriza y me angustia; pero no como algo amenazador o desagradable, sino como algo cósmico. En aquella cortina se compendia y toma cuerpo todo el espíritu de la casa en que nací. Era una casa burguesa, en Bolonia. En realidad las imágenes que compiten con la cortina por la primacía cronológica son: una habitación con alcoba (donde dormía mi abuela); unos pesados muebles como es debido; una carroza, en la calle, a la que quería subir. Estas imágenes son menos dolorosas que la de la cortina; no obstante, también en ellas está representado algo cósmico en lo que reside el espíritu pequeño-burgués del mundo en que nací. Pero si en los objetos y las cosas cuyas imágenes me han quedado fijadas en el recuerdo —como las de un sueño indeleble— se precipita y se concentra todo un mundo de “recuerdos” que tales imágenes evocan en un solo instante, o sea, si aquellos objetos y aquellas cosas son contenedores dentro de los cuales se reúne un universo que yo puedo sacar de ellos y observar, entonces al mismo tiempo tales objetos y tales cosas son también algo distinto de un contenedor.
Pier Paolo Pasolini