miércoles, 22 de agosto de 2007

Sobre Vidrio





Se hace tarde, está oscureciendo. El caudal de tráfico aumenta y de pronto las calles se llenan de autos, es el final de la jornada laboral. Detenidos en el semáforo, a punto de ingresar a la avenida Alberdi, las luces de los guiños de los autos que están adelante reverberan y su intermitencia se va reproduciendo y multiplicando en las chapas y paragolpes de los que esperan. Este instante en que la tarde se desliza en la noche y los carteles de las calles se encienden —aunque el neón aún no brille izo opacado por la última claridad del día— se sitúa fuera del tiempo. Otra ciudad emerge al esfumarse los límites, disminuyen los caracteres de época; entonces es posible ver o adivinar una ciudad anterior...